Tanta experiencia de primera mano, confirmada por evidencia independiente, no
debería ir sin consideración, especialmente puesto que las explicaciones racionales
son difíciles de encontrar salvo en términos de la hipótesis oculta. Puede ser posible
justificar cada caso individual mencionado en estas páginas alegando alucinación,
fraude, histeria o mentira llana, pero no es posible explicar la suma total de todos
ellos de este modo. No puede haber tanto humo sin algún fuego. No es posible que
el prestigio del mago en la antigüedad y el temor a la bruja en la Edad Media
puedan haber surgido sin alguna base en la experiencia. Las baladronadas de la
mujer sabia no serían más atendidas que las del idiota de la villa si no se hubieran
encontrado nunca dolorosas consecuencias que las siguieran. El miedo era el
motivo de estas persecuciones, y miedo fundado sobre la experiencia amarga; pues
no fue la burocracia la que incitó a las quemas de brujas, sino pueblos enteros que
se levantaron para un linchamiento. El horror universal a la bruja debe tener alguna
causa detrás de ella.
Los meandros laberínticos del Sendero de la Izquierda son tan extensos como
dudosos; pero al tiempo que los expongo en algo, en cualquier caso, de su horror,
todavía mantengo que el Sendero de la Derecha de la iniciación y el conocimiento
oculto es una vía hacia las más sublimes experiencias místicas y un medio de elevar
el fardo del sufrimiento humano. No todo estudiante de este conocimiento abusa
necesariamente de él; hay muchos, más aún, la gran mayoría, que lo guardan
generosamente en depósito para la humanidad, usándolo para curar y bendecir y
redimir aquello que está perdido.
Puede muy bien preguntarse: Si puede abusarse tan desastrosamente de este conocimiento, ¿por qué habría de levantarse alguna vez su velo? Qué respuesta dar a esta pregunta, es una cuestión de temperamento. Algunos mantendrán que el conocimiento de cualquier clase no puede estar sin su valor. Otros pueden decir que haríamos mejor en dejar que los perros durmientes mueran. El problema es, sin embargo, que los perros durmientes tienen una desgraciada maña para despertarse espontáneamente. Tanto del conocimiento oculto está extendido en el mundo, tanto de la clase de cosas descritas en estas páginas está yendo adelante desconocido e insospechado en medio de nosotros, que es muy deseable que los hombres de buena voluntad investiguen las fuerzas que los hombres del mal han pervertido para sus propios fines. Estas cosas son las patologías de la vida mística, y si fueran mejor entendidas, muchas tragedias podrían ser impedidas. Por otro lado, no es conveniente que todo el mundo consienta en el estudio de libros de texto de patología. Una imaginación vívida y una débil cabeza son una combinación desastrosa. Los lectores de la que fue en su momento "record de ventas", Tres Hombres en Barca, pueden recordar la suerte del individuo que empleó la tarde de un domingo lluvioso leyendo un libro de texto médico. Al final estaba firmemente convencido de que había cogido cada una de las enfermedades ahí descritas con la sola excepción de la rodilla de la sirvienta. Este libro no pretende meramente poner la carne de gallina, sino que se destina a ser una contribución seria al poco comprendido aspecto de la psicología anormal, pervertida, en algunos casos, para los fines del crimen. Es un libro destinado a estudiantes serios, y a aquellos que se encuentran enfrentados a los problemas que describe, y que están tratando de entenderlos y encontrarles una vía libre. Mi principal objetivo al hablar tan francamente es abrir los ojos de hombres y mujeres a la naturaleza de las fuerzas que están trabajando bajo la superficie de la vida de todos los días. Puede ocurrirnos a cualquiera de nosotros que atravesemos la delgada costra de la normalidad y nos encontremos cara a cara con estas fuerzas. Leyendo los casos citados en este libro, podemos bien decir que no vaya ahí ninguno de nosotros, salvo por la gracia de Dios. Si puedo dar en estas páginas el conocimiento que protege, habré cumplido mi propósito.
Puede muy bien preguntarse: Si puede abusarse tan desastrosamente de este conocimiento, ¿por qué habría de levantarse alguna vez su velo? Qué respuesta dar a esta pregunta, es una cuestión de temperamento. Algunos mantendrán que el conocimiento de cualquier clase no puede estar sin su valor. Otros pueden decir que haríamos mejor en dejar que los perros durmientes mueran. El problema es, sin embargo, que los perros durmientes tienen una desgraciada maña para despertarse espontáneamente. Tanto del conocimiento oculto está extendido en el mundo, tanto de la clase de cosas descritas en estas páginas está yendo adelante desconocido e insospechado en medio de nosotros, que es muy deseable que los hombres de buena voluntad investiguen las fuerzas que los hombres del mal han pervertido para sus propios fines. Estas cosas son las patologías de la vida mística, y si fueran mejor entendidas, muchas tragedias podrían ser impedidas. Por otro lado, no es conveniente que todo el mundo consienta en el estudio de libros de texto de patología. Una imaginación vívida y una débil cabeza son una combinación desastrosa. Los lectores de la que fue en su momento "record de ventas", Tres Hombres en Barca, pueden recordar la suerte del individuo que empleó la tarde de un domingo lluvioso leyendo un libro de texto médico. Al final estaba firmemente convencido de que había cogido cada una de las enfermedades ahí descritas con la sola excepción de la rodilla de la sirvienta. Este libro no pretende meramente poner la carne de gallina, sino que se destina a ser una contribución seria al poco comprendido aspecto de la psicología anormal, pervertida, en algunos casos, para los fines del crimen. Es un libro destinado a estudiantes serios, y a aquellos que se encuentran enfrentados a los problemas que describe, y que están tratando de entenderlos y encontrarles una vía libre. Mi principal objetivo al hablar tan francamente es abrir los ojos de hombres y mujeres a la naturaleza de las fuerzas que están trabajando bajo la superficie de la vida de todos los días. Puede ocurrirnos a cualquiera de nosotros que atravesemos la delgada costra de la normalidad y nos encontremos cara a cara con estas fuerzas. Leyendo los casos citados en este libro, podemos bien decir que no vaya ahí ninguno de nosotros, salvo por la gracia de Dios. Si puedo dar en estas páginas el conocimiento que protege, habré cumplido mi propósito.
Comentarios